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viernes, 7 de marzo de 2014

Cómo termina la crisis en Ucrania - Kissinger


"Cómo termina la crisis en Ucrania" por Henry Kissinger
traducción por Iván SanMar


El debate público en Ucrania es sinónimo de confrontación. ¿Pero sabemos exactamente a dónde estamos yendo? He visto cuatro guerras empezar con gran entusiasmo y apoyo popular, todas ellas no sabíamos como iban a terminar y de tres de ellas nos rendimos unilateralmente. El criterio en la política está en como un proceso termina, no en como empieza.

Con bastante frecuencia la cuestión de Ucrania se plantea como un enfrentamiento; sobre si Ucrania se une al Este o al Oeste. Pero si Ucrania aboga por sobrevivir y desarrollarse, no debe situarse en una postura en contra de la otra – debería funcionar como un puente entre ambas.

Rusia debe aceptar que intentar forzar a Ucrania a permanecer en un estatus de país satélite, y por lo tanto, permanecer en la frontera Rusa de nuevo, llevaría a Moscu a repetir su historia de autocumplidos ciclos de presiones reciprocas con Europa y los Estados Unidos.

El oeste debe entender que para Rusia, Ucrania nunca puede ser un país extranjero. La historia rusa empezó con lo que se llama Kievan/Rus. La religión Rusa se extendió desde ahí. Ucrania ha sido parte de Rusia por siglos, y sus historias se entrelazan desde mucho antes. Algunas de las batallas mas importantes por la libertad de Rusia, empiezan con la Batalla de Poltava en 1709 donde se lucho en terreno ucraniano. La flota del Mar negro –medio para proyector el poder de Rusia en el mediterraneo – esta basada en un arrendamiento en Sevastopol, en Crimea. Incluso disidentes famosos como Alexandr Solzhenistyn y Joseph Brodsky insistieron en la idea de que Ucrania es una parte integral de la historia rusa, y por lo tanto, de Rusia.

La Unión Europea debe reconocer que su lentitud burocrática y su subornidación del elemento estratégico a las políticas domesticas en la negociación de las relaciones de Ucrania con Europa ha contribuido en convertir la negociación en una crisis. La política extranjera es el arte de establecer prioridades.

Los ucranianos son el elemento decisivo. Viven en un país con una historia compleja y una composición políglota. El oeste de Ucrania fue incorporado a la Unión Soviética en 1939 cuando Stalin y Hitler se dividieron el botín. Crimea, con un 60% de población rusa, se convirtió en parte de Ucrania solo en 1954, cuando Nikita Khrushchev, un ucraniano de nacimiento, lo regalo por motivo del 300 aniversario del acuerdo ruso con los cosacos. El oeste es mayoritariamente católico; el este es mayoritariamente ruso ortodoxo. El oeste habla ucraniano; el este habla en su mayoría ruso. Cualquier intento por una de las alas de Ucrania de dominar a la otra – como se ha visto en el patrón – llevaría eventualmente a la guerra civil o a una separación. Tratar a Ucrania como parte de una confrontación entre el Este y el Oeste sería echar por tierra por décadas cualquier posibilidad de llegar a Rusia y al Oeste – especialmente Rusia y Europa – a un sistema internacional cooperativo.

Ucrania ha sido independiente por tan solo 23 años; previamente ha estado bajo algún tipo de dominio extranjero desde el siglo XIV. No es de extrañar, que sus líderes no hayan aprendido el arte del compromiso, aún menos de la perspectiva histórica. Las políticas de la Ucrania post-independencia demuestran claramente que la raíz del problema yace en los esfuerzos por los políticos ucranianos de imponer sus deseos en partes recalcitrantes del país, primero por una facción, y después por la otra. Esa es la esencia del conflicto entre Viktor Yanukovych y su principal rival político, Yulia Tymonshenko. Ellos representan las dos alas de Ucrania, y no han tenido deseo de compartir el poder. Una política inteligente estadounidense hacia Ucrania buscaría un modo de fomentar la cooperación mutua entre las dos partes del país. Deberíamos buscar reconciliación, no el dominio de una facción.

Rusia y el Oeste, y la parte minoritaria de las facciones de Ucrania, no han actuado bajo este principio. Cada una ha hecho que la situación empeore. Rusia no sería capaz de imponer una solución militar sin aislarse a si misma en un momento en el que muchas de sus fronteras ya son precarias. Para el Oeste, la demonización de Vladimir Putin no es una política; si no un alivio, ante la ausencia de la misma.

Putin debería darse cuenta que, cualesquiera que sean sus quejas, una política de imposiciones militares produciría otra Guerra Fría. Por su parte, los Estados Unidos necesitan evitar amenazar a Rusia como un anormal a quien se le enseña con paciencia las reglas de conducta establecidas por Washington. Putin es un estratega serio – en las premisas de la historia rusa.
La comprensión de los valores estadounidenses y su psicología no están entre sus puntos fuertes. Tampoco la comprensión de la historia rusa y su psicología han sido el punto fuerte de los responsables políticos estadounidenses.

Los líderes de todas las partes deberían volver a examinar los resultados, no competir en postureo. Aquí está mi noción de un posible resultado con los valores y los intereses de seguridad de todas las partes:

1. Ucrania debería tener el derecho a elegir libremente sus asociaciones políticas y económicas, incluyendo aquellas con Europa.

2. Ucrania no debería unirse a la OTAN, una posición que tome hace siete años, la última vez que se me ocurrió.

3. Ucrania debería ser libre para crear cualquier gobierno compatible con el deseo experesado de su pueblo. Los sabios líderes ucranianos deberían entonces optar por una política de reconciliación entre las diferentes partes del país. Internacionalmente, deberian perseguir una postura comparable a la existente en Finlandia. Esa nación no deja lugar a dudas sobre su fiera independencia, cooperando con el Oeste en la mayor parte de los sectores pero evitando cuidadosamente hostilidades institucionales hacia Rusia.

4. Es incompatible con el derecho internacional actual que Rusia se anexione Crimea. Pero debería ser posible poner la relación de Crimea con Ucrania en una base menos cargada. Con ese fin, Rusia reconocería la soberanía de Ucrania sobre Crimea. Ucrania debería reforzar la autonomía de Crimea en unas elecciones llevadas a cabo en presencia de observadores internacionales. El proceso debería incluir la eliminación de cualquier ambigüedad sobre el estado de la Flota del Mar Negro en Sevastopol.

Estos son principios, no prescripciones. A la gente a la que le es familiar la región sabrá que no todas estas ideas son apetecibles para todas las partes. El resultado no es una satisfacción absoluta si no una insatisfacción equilibrada. Si no se llega a una solución basada en estos o semejantes elementos, la deriva hacía la confrontación se acelerará. El tiempo para eso, vendrá pronto.


                    



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Documento original publicado el 5 de marzo en el Washington Post:

http://www.washingtonpost.com/opinions/henry-kissinger-to-settle-the-ukraine-crisis-start-at-the-end/2014/03/05/46dad868-a496-11e3-8466-d34c451760b9_story.html

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